11 mayo, 2023•By Adalberto Villasana Miranda
Historias de éxito. Jóvenes Emergentes
Por Marco Antonio Villasana
“Un armario de libros es el más hermoso de los jardines. Y un paseo por sus estantes es el más dulce y encantador de los paseos.” Las mil y una noches
Esta entrevista es fuera de serie, y tratándose del personaje que entrevisto, la escritora Cale Agundis, debería comenzar como todas las historias fantásticas: Había una vez, una prolífica escritora… quien desde que era una niña, piensa, sueña, vive, crea con letras su diaria existencia, con una riqueza y fantasía única, es alguien así como Scherezada, la narradora de Las mil y una noches, tiene impresos once libros (Nostalgia por las ranas, Las rranativas, Batracios Blue, La importancia de los calzones, Mi perra vida, Besos de chocolate, La bengala verde, El sépala de un sapo, Jarabe de pico, María Cristina, Dios lo Guarde), y 15 no impresos en espera de ser lanzados, y escritos 700 cuentos.
“Cale” es el diminutivo que le puso su abuela cuando nació, su nombre es Claudia Helena Agundis Aguilera, originaria de San Luis Potosí y nacida un 12 de diciembre, “Soy cuentista, papelera y novelera”, licenciada en diseño gráfico y recientemente fue nombrada por el Claustro Doctoral, Doctor Honoris Causa, “En reconocimiento a su excelencia profesional y por su notable contribución al desarrollo del país a través de su aporte educativo y cultural, bajos los principios y estatutos que conforman el Claustro Doctoral Honoris Causa”. Ella afirma que empezó a leer a los cuatro años, cien palabras por minuto, fue autodidacta, aprendió de escuchar las enseñanzas que recibían sus hermanos, y comenzó a escribir cuando era una niña, su primera obra “La hada pequeña” a los seis años. “Yo nací con el don de la escritura y mis primeras letras fueron poemas para mi mamá, ya a los 6, 7 años, yo rimaba los versos con estrofas perfectas”.
Un personaje de lo más querido para ella, es su padre el Doctor Rafael Agundis Oliva, quien contribuyó a desarrollar su fantasía. “Mi padre tenía las pupilas como binoculares, captaba muchas cosas que los demás no captaban, encontraba formas en el suelo, en el cielo, en las nubes, todo el tiempo te estimulaba el cerebro, mi papá era astrónomo, y al observar las estrellas me decía del otro lado del telescopio hay un padre con su hija también mirándonos.”
En algunas de las obras de Cale Agundis, sus personajes son las ranas, a las que considera aportan éxito y felicidad y con las que estuvo ligada desde muy pequeña. “Cuando era niña, a mi papá le gustaba salir a dar la vuelta, íbamos al Parque Tangamanga 2, el antiguo aeropuerto, en la capital potosina, y ahí te encontrabas a niños que vendían tepocatas en botecitos, renacuajos, mi papá se los compraba todos, teníamos una fuente en el jardín de la casa, y ahí las colocábamos, además de bautizarlos, les construíamos sus casitas con piedras y conchas, muchos se los comían los tordos y otros se convertían en sapos y ranas.”
Como todo padre, el doctor Agundis llegó a preguntar a Cale, si había pensado ¿qué iba a ser de grande?, y ella contestó que quería ser escritora, y su progenitor respondió, piensa en algo que te deje de comer, pero ya casi para morir la convidó a no dejar su pasión.
Algo que atrae sobremanera de Cale Agundis es su mirada, siempre fresca con esa inocencia de un niño, pero a la vez traviesa, ella rememora que de niña no le gustaba ir a la escuela, tenía mucho apego a su mamá y le daba miedo que se olvidara de ella y en varias ocasiones escapó hábilmente del encierro escolar. A la vez le aburrían las clases y no se digan las tareas, se la pasaba escribiendo cuentos en sus cuadernos, era la época en que en el pupitre se dejaban al salir de clase y las monjas, sus tutoras, prestas se entretenían leyendo sus historias pero a la vez molestas porque ya picadas Cale no las concluía.
Aunque algunas de sus historias de niña se perdieron, señala, Cale Agundis posee también una memoria casi fotográfica y recuerda con lujos y señales casi todas sus obras. “Tengo toda mi vida guardada como un álbum fotográfico”.
Esta genial escritora tiene un talento nato en el arte de escribir pero también para el dibujo. “Mis poemas los ilustraba, muchas veces escribía la historia con el dibujo, a mí la caricatura siempre se me dio, mi abuela materna me enseñó la perspectiva del dibujo, después tomé clases de diseño gráfico y con el maestro Gamboa, gis, carbón, oleo.”
Por invitación de un amigo, reunió sus cuentos y logró armar diez tomos de 70 cuentos cada uno, uno de sus gratos recuerdos es que al ir a registrarlos, al recibir su constancia, diez certificados, la felicitaron, fue la primera vez que recibió el título de escritora: “Felicidades Escritora.”
Su primera obra ya publicada fue Nostalgia por las ranas, una trilogía, junto con Las rranativas y Batracios Blue. Asimismo, ha incursionado en la novela y una de sus obras que aborda este género es María Cristina, una apasionante historia basada en la vida real de María Asunción durante el porfiriato; el personaje, es una chica incapacitada que desde su casa logra ver como se desenvuelve la sociedad y los bailes de esa época. Otro de sus libros abordó el magnicidio del 68, La bengala verde, para lo cual se documentó e investigó durante tres años, “toda la parte política está documentada”, y es la unión de dos historias.
Jorge Fernando Canseco, reportero de el Heraldo de San Luis, comentó sobre La bengala verde, “Un libro que verdaderamente les va a interesar, muy novedoso por ser una historia oculta, la historia del exilio, los padecimientos de la gente que tiene que salir de su país con el temor de ser asesinados, secuestrados, torturados, desaparecidos por un poder que nunca entendió y que no quiso entender que México está cambiando.”
Como todo escritor Agundis no tiene un libro preferido, ella comenta que “Todos me han dejado muchísimas cosas.” Actualmente está trabajando alimón con Ignacio Duque Vallejo, juntos acaban de publicar Dios los guarde, que cuenta con la recopilación de 77 refranes, siguen Dios lo cuide, con 100 refranes y por último, Dios los oiga con 130… y no sólo es mencionar un refrán sino crear una historia de cada uno, los dos han sido una mancuerna perfecta, ya que ambos poseen esa misma vena creativa y una similitud en su manera de escribir. Cale Agundis, lo conoció años atrás, y por coincidencias del destino, se rencontraron, compartieron sus obras y se han llevado a las mil maravillas, comulgando con la tinta.
Respecto a su futuro como escritora, las expectativas de Cale Agundis son muy ambiciosas “Yo quiero ganar un Premio Nobel cuando cumpla 50 años, mi padre decía el que nada pide nada merece.” Actualmente escribe una novela de título “Saldo blanco”, que es la historia de su vida, secretos y revelaciones, según sus palabras, con un poquito de humor y consejos para las mujeres. Como escritor, puntualiza que “No se puede vivir a menos que tengas un best seller”, no obstante la venta de sus libros le han apoyado para irse de vacaciones, pagar tarjetas, cambiar de carro… y aunque no la han convencido, una importante editorial quiso comprarle los derechos de una de sus obras Mi perra Vida pero ella no aceptó.
Como un consejo a las nuevas generaciones que deseen incursionar en el quehacer literario, ella los aconseja con su experiencia y visión que “no se desesperen, no se rindan, siempre hay tiempo y hay maneras… vayan de poquito a poco, disfruten el trayecto, y algo importante decreten todo lo que quieren, cada decreto el universo te lo regala.”
Colofón
“Lo mismo me da escribir sobre un caracol, como de lo que siente un soldado tras la trinchera. O desde cómo percibe un niño el mundo cuando espía tras una puerta y hasta escribir de la civilización perdida que vive bajo una montaña en la sierra fría. Ficción, ilusión, invención e ingenio es de lo que estoy hecha.”
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