Yo Campesino

Porro ¿Quién?

President(a) defiende a cómplice; se acaba la República sin ministros con valor

Miguel A. Rocha Valencia

Como si fuera el templete del CEU la president(a) escupió para arriba y tildó de porro a quien tuvo la hombría de enfrentarse a su golpeador profesional que lo mismo desafió a Porfirio Muñoz Ledo y ofendió durante años quien se le ponía en frente, hombre o mujer.

Y en medio de esa reyerta que hoy escandaliza a quienes hicieron d la apología de la violencia su mejor recurso incluso para apoderarse de instalaciones universitarias, tribunas legislativas o calles como Paseo de la Reforma, el país se desbarata y nos olvidamos que a partir del primero de septiembre, la República pasa a mejor vida al desaparecer la división de poderes y concentrar todo en unas mismas manos.

Eso si resulta interesante no acomodar las declaraciones del titular de la DEA, Terrance C. “Terry” Cole para continuar el desgastado discurso de culpar de todo a quien se acusó y condenó sin pruebas y no aceptó como los criminales, un pacto para imputar a otros de delitos que sólo los gringos afirman que cometieron, el villano favorito de la 4T, Genaro García Luna.

Esos mismos sujetos que hundieron con dichos y contradicciones al exsecretario de Seguridad y afirmaron que dieron dinero al caudillo cuatrotero para sostener sus campañas y le ayudaron con la intimidación de votantes a conseguir el poder.

De esa manera, varios de esos criminales confesos, obtuvieron su libertad, empleo y protección inculpando a García Luna a quien le ofrecieron el mismo trato como lo afirma Terry Cole, pero no aceptó y prefirió la cárcel. Es decir, los delincuentes libres por acusar a otros y a quien los capturó, lo encerraron por no imputar a quienes los gringos querían.

Con ello se demuestra que la delincuencia organizada es cobarde, soplona y que para salvar su pellejo a pesar de ser asesinos, son capaces de acusar a su madre del peor crimen. García Luna, mostró lealtad a toda prueba.

Pero más allá de eso, hablamos del doble discurso institucional, aquél que dice defender a las mujeres, los derechos humanos, no robar o luchar contra la corrupción y que no pasa de demagogia barata en la 4T pues en la práctica, son todo lo contrario. Tanto que usan el poder presidencial para acallar sus pecados capitales y maximizar los veniales de los “otros” y con ello desviar la atención de la gran corrupción d que disfrutan y los graves problemas del país.

Por eso es que a Changoleón se le perdone todo, hasta aquellos retos a golpes contra el maestro Muñoz Ledo y los desafíos a panistas y otras autoridades como en su momento al difunto exsecretario de Comunicaciones Gerardo Ruiz Esparza quien en su última glosa fue acusado de ratero y en respuesta propuso al rijoso acompañarlo ante el MP en cuanto tuviera una prueba de sus dichos. El tema era el Nuevo Aeropuerto Internacional de México donde después de siete años, nadie pudo comprobar que había corrupción.

Acostumbrados a acusar, acosar, mentir, golpear, transgredir la ley, los cuatroteros son de piel muy sensible, se victimizan, se llaman agredidos o como en el caso de Alejandro Moreno, recibe el mote de “porro” por “pararle los tacos” al violento, de alguien que en su momento secuestro la UNAM y dejó en manos de una chusma al Ché Guevara durante pero que ha despojado a particulares y vivido a costa del presupuesto.

Y claro, Changoleón y la president(a) fueron cómplices en aquella pantomima del 2006 cuando el Peje acusó a Felipe Calderón de favorecer a su cuñado con contratos por dos mil 500 millones de pesos y presentaría pruebas.

Esas “pruebas” fueron llevadas en ocho cajas a la casa de campaña del PAN el 9 de junio del 2006 por los mencionados junto con Horacio Duarte y Jesús Ortega, pero las cajas con documentos con que pretendían comprobar el robo estaban ¡Vacías! Como atestiguó el notario público 242. Todo eso frente a los medios ¿Se acuerdan? Eso si es porrismo.

Es historia para poner a cada quién en su lugar, pero sobre todo para hacer ver que esos escándalos donde los cuatroteros fieles a su religión, se victimizan y los utilizan para intentar desviar la atención de los graves problemas que vive el país y sus implicaciones con el extranjero, para “olvidar” los asesinatos, desaparecidos, muertos por falta de medicamentos, la enorme deuda que con los intereses se “traga” un monto mayor a los 900 mil millones de pesos de los programas sociales.

Sirven para ocultar fraudes financieros como Segalmex y sus secuelas; la corrupción de la familia presidencial, la contradicción de la opulencia cuatrotera con el principio de primero los pobres; los fracasos de las “grandes obras” del profeta, los “esfuerzos” inútiles de austeridad, el empantanamiento de Pemex, los robos en despoblado a través de contratos asignados d emanera directa para favorecer a familiares, amigos compadres y amantes; las complicidades con la delincuencia organizada y participación directa en empresas criminales.

Sirven también para encubrir los fraudes electorales, el rechazo popular a la reforma Judicial y pantomima de selección y con ello, el fin de la República. Larga vida a los ministros que se enfrentaron al poder: Norma Lucía Piña, Margarita Ríos Farjat, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek, Juan Luis González Alcántara y Carrancá y Luis María Aguilar Morales que soportaron presione y humillaciones de mesías tropical y la científica y que no aguantó el traidor Alberto Gelacio Pérez Dayán.