Por Marco Antonio Villasana

Calificativos faltan para poder describir con palabras a Denise Roldán, una artista de lo más talentosa, con una desbordante imaginación creativa, además de carácter y pasión, que la impulsa a imponerse a un medio de retos y obstáculos. Una historia de éxito que vale mucho la pena que se conozca, porque es un ejemplo de perseverancia, de apostar a sí misma a ganar, y lograr hacer realidad sus sueños. Hoy convertida en una novel cineasta, con un bagaje impresionante de logros y realizaciones, como ha sido una nominación en la 66ª edición del Premio Ariel 2024, en la categoría cortometraje de animación, nos narra cómo ha sido su incursión en el cine.

Denise Roldán es egresada del Colegio de Letras Hispánicas de la UNAM. Fue seleccionada de Talent Press 2019, el programa de mentorías de crítica cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Formó parte de la segunda edición del programa de escritura para series animadas infantiles impartido por Cartoon Network LATAM y Warner Bros. Discovery Access.

Comienza en la dirección cinematográfica con el cortometraje animado Camille, el cual, en 2023, tuvo su premier mundial en el New York Latino Film Festival y su premier europea en el Festival Internacional de cine fantástico de Cataluña, Sitges. El cortometraje recibió una mención especial del jurado en el Festival Internacional de Cine de Morelia y una nominación a los premios Ariel 2024 en la categoría de mejor cortometraje animado. 

Marco Antonio Villasana (MV). Me llama la atención que estudiaste Letras Hispánicas, lo que quiere decir que eres una gran lectora… ¿Porqué estudiaste esa carrera?

Denise Roldán (DR). Honestamente no me considero una gran lectora, estudié letras porque siempre ha habido un interés en mí por contar historias, y tenía muchas ganas de saber ¿cómo es ese entramado?, ¿cómo funcionan las piezas de una historia para consolidarse?, que es lo que emparenta al cine y a la literatura, que son medios narrativos, pero que la principal atracción o lo que más reconocemos en estos dos medios es que nos cuentan algo; y yo antes de ser lectora me considero espectadora. 

Yo crecí viendo la televisión, películas animadas infantiles, y eso configuró mucho mi deseo de que me contaran historias, entonces en el momento que crezco y me pregunto ¿para qué podría yo ser buena? o ¿en qué podría desempeñarme a nivel profesional?, no creí que hubiera una posibilidad en la narrativa, pero mi gusto siempre fue más grande, pese a que fuera complicada la expectativa laboral, y eso fue lo que me llevó a estudiar literatura, no tanto por saber sobre literatura en sí, sino saber sobre ¿cómo se crea una narración?, ¿cómo es que funciona una narración?, los elementos que están en juego, ¿cómo interactúan entre ellos?

Aprendí de la literatura a como ser una mejor lectora a partir de un análisis del texto literario, lo que traspasé a un medio audiovisual y eso también me convirtió en un mejor espectador.

M.V. ¿Cuál es o cuáles son tus autores favoritos? ¿hay una obra literaria que te haya marcado?

D.R. La verdad no podría decir que tengo uno en particular, pero sí tengo un texto que marcó bastante mi vida y ese fue “Las Heroidas” de Ovidio (Las Heroides o Cartas de las Heroínas, es una colección de quince poemas epistolares compuestos por Ovidio y presentados como si hubieran sido escritos por una selección de heroínas agraviadas de la mitología griega y romana dirigidas a sus amantes).

Cuando yo entré a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, había estudiado Comunicación por dos años, y me di cuenta que no era la carrera que yo buscaba, me paso a Ciudad Universitaria,  para estudiar Letras Hispánicas, y mi primera clase, de mi primer día en la facultad, fue sobre la investigación, pero más allá que estuvieran hablando sobre cómo investigar, el profesor estaba leyendo un fragmento de “Las Heroidas” de Ovidio, era el mito de Teseo y Ariadna, este héroe legendario de la mitología griega, que gracias a la ayuda de Ariadna puede entrar al laberinto del minotauro y matarlo, pero insisto gracias a la ayuda de Ariadna que le provee una madeja y ese hilo le indica la forma de volver; ella se enamora de Teseo, se va con él, y en la isla de Naxos mientras Ariadna estaba dormida la abandona, y  cuando ella despierta el barco ya está muy lejos; entonces en el texto de Las Heroidas, es el mito desde la voz de ella reclamando con justa razón el haber sido abandonada… y para mí fue revelador, escuchar un texto de hace siglos y sin embargo que tuviera tanta fuerza todavía para alguien del siglo XXI, y cuando yo escuché eso, que en la clase se hablara sobre cómo ese texto fue hecho y se empezara a platicar sobre un texto que narraba algo, dije estoy en el lugar adecuado y por eso tiene un lugar especial en mi memoria.

M.V. ¿Escribes, poesía, cuentos o vivencias, y me pregunto, eso despertó en ti, el deseo de llevarlos a un video o una película?

D.R. Sí escribo, me gusta escribir, nace de una necesidad de expresar mis sentimientos y mis inquietudes, pero más allá de crear mundos o de hablar sobre personajes que yo inventara, no va tanto ese gusto por la escritura a partir de inventar, sino más bien de remembrar, porque recuerdo que de las primeras cosas que escribía tenían más que ver con mi sentir, preguntarme ¿porqué las cosas sucedían como estaban sucediendo?, y simplemente externar como me sentía ante ciertas situaciones.

La escritura, en mi caso, no era tanto en crear mundos o personajes, era más bien exploraciones de ideas y entonces mi incursión en el ámbito cinematográfico va ligado a mi gusto de toda la vida por el cine, crecí viendo películas, ahí se configuró mucho de mi yo, de mi educación visual y también emocional, llegó un punto en el que ese gusto por ver mundos en pantalla, era más bien un gusto por decir ¿cómo podría yo hacer algo semejante?, pero no es que yo haya comenzado estudiando literatura por querer llevar la literatura a la pantalla, parte más bien de entender como se cuenta algo, más allá del medio que utilices para compartir esa narración… Cuando tuve la oportunidad de estar en la silla de dirección, era pensar desde el cine, no era pensar desde la literatura o mis estudios literarios, eran sólo un antecedente sobre como contar historias, pero pensando siempre, cien por ciento, en el cine como punto de partida y como medio final.

M.V. ¿Cómo fue tu incursión en el cine, estudiaste también cinematografía?

D.R. Cuando yo escribí “Camille”, el cortometraje que dirigí, surgió por una petición de mi hermana que en ese tiempo trabajaba en una ONG (una entidad independiente de los gobiernos que se dedica a causas sociales, humanitarias, culturales, ambientales o de desarrollo), una historia relativa a la infancia y la autoestima, proyecto que no se llevó a cabo, pero la historia se quedó conmigo, era la historia de una pequeña niña y el ambiente escolar, y su deseo por querer ser parte de sus contemporáneos, pero nunca la escribí, nunca la volví un cuento ni nada por el estilo, sólo estaba ahí conmigo, y cuando estudió un curso de guionismo, todo lo que iba aprendiendo sobre las herramientas que tiene un guion para narrar audiovisualmente, las fui incorporando a este germen de historia, y lo convertí en un guion cinematográfico. Entonces, a partir de ahí, sabía que tenía una historia que me parecía muy potente, y que tenía que hacerse de manera animada, para poder seguir abonando a lo que visualmente yo estaba proponiendo desde el guion.

Es complicado que tú como escritor vayas y vendas tu idea, entonces me aventuré a hacerlo por mí misma. Sí tomé algunos cursos, como esta parte no escolarizada, porque nunca fui a la escuela de cine, me nutrí también de ver mucho cine, de preguntar lo que yo no sabía, fue incursionar a partir de mi deseo de ser partícipe de algo que yo siempre disfrutaba, pero que también a nivel profesional, me hizo ponerme a prueba, en cuanto a que tanto yo podía ser ahora quien contara esa historia de manera audiovisual; y diría que este cortometraje “Camille” fue una escuela de cine para mí, fue la escuela de cine a la que no asistí.

En la práctica fui aprendiendo muchas cosas, de las que a lo mejor sólo tenía una noción, pero fue conjuntar tanto  lo que yo había aprendido de mi primera carrera, como de los cursos que he tomado y de hacer cine como tal.

M.V. ¿Qué han representado los premios que has logrado?

D.R. Representan que el trabajo que se hizo con mucho esmero por parte de todo el equipo que participó está siendo reconocido (David Diómedes Heras, Director de Animación y Productor de Camille, Gaby Zermeño, Ilustradora, Arianna García, Directora de Arte, y Diana Medina, quien realizó el diseño del pastelito),  no tanto porque uno busqué un reconocimiento para sentirse completo o completa, sino  para saber que tu trabajo es lo suficientemente sólido por sí mismo para que otras personas conecten con él.

M.V. Me puedes hablar un poco más del cortometraje y la historia de “Camille” nominado al Premio Ariel 2024.

D.R. “Camille” es un cortometraje animado de manera digital, que se estrenó en el 2023 en el New York Latino Film Festival,  estuvo también en España, en el Festival Internacional de Cine fantástico de Cataluña, Sitges (el Festival de Cine de Sitges, es uno de los eventos cinematográficos más reconocidos de Europa, y el primer festival de cine fantástico del mundo),  yo estaba muy ilusionada de que mi primer trabajo estuviera en un espacio de ese calibre, estuvo también en el Festival Internacional de Cine en Morelia, un festival mexicano con mucho reconocimiento a nivel internacional, y de ahí fue pasando por muchos otros festivales nacionales e internacionales durante el 2023, y todavía en el 2024.

Es un cortometraje que empezamos a producir en el 2021 porque fuimos beneficiados con el programa de FOCINE Fomento al Cine Mexicano que da el Instituto Mexicano de Cinematografía, fue para mí un giro en la vida por completo recibir ese apoyo, si bien yo había estado tratando de levantar el proyecto, era imposible sino se tenía un incentivo monetario fuerte…

En relación con la historia, se trata de una pequeña niña Camille, que le cuesta trabajo relacionarse con los demás, y que se da cuenta que los pastelitos que le gustaba hornear con su mamá y con su gato que se llama Mofin, le pueden ayudar hacer amigos; sin embargo, las cosas no suceden como ella esperaba y va a tener que hornear una montaña gigantesca de panecitos para no volver a sentirse sola. Esta historia la empecé a llevar hacia el género del terror, algo que me agrada, porque es un género que te permite plantear discusiones de la vida, de nuestras realidades pero llevadas al extremo, involucrarte con un quiebre de la realidad, y este quiebre fantástico al que llevo a la historia me permitía plantear una metáfora: de cuánto damos de nosotros mismos con tal de complacer a los demás, y esa metáfora la trabajé utilizando la comida; la idea de preparar comida para otras personas, surge porque lo vi en mi familia principalmente en mi abuela y en mi hermana, que son personas que aman cocinar para otros y eso me llevó a reflexionar que en la comida la gente entrega mucho de sí mismos, ese es el núcleo de la historia…

Recibimos la nominación al Ariel en 2024, para mí fue una gran regalo de cumpleaños, enterarme que habíamos sido parte de los nominados en el Ariel, además  que sea el primer trabajo en el que me desempeño como escritora, directora  y productora. Es además una satisfacción muy grande saber que llegas a ser reconocido por la Academia de mi país, porque el Ariel lo otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas de México, es el máximo galardón en cuanto a cine, lo que me hace sentirme muy orgullosa, a la par estar compartiéndolo con compañeros que era también para ellos su primer cortometraje y  que llevan muchos años en el medio audiovisual, en la ilustración o directamente en la animación, son personas muy talentosas, con un espíritu artístico muy grande y con un impulso muy fuerte para crear, me sentía doblemente afortunada y muy agradecida de haber vivido eso.

M.V. ¿En qué estás ahora trabajando como cineasta?

D.R. Estoy trabajando en dos proyectos, uno es un cortometraje documental y quiero que sea animado, es sobre mi familia; con Camille si bien es un tema que me importa: la soledad, los personajes con alguna herida muy profunda, no pienso que sea una historia en la que yo este explorando algo muy mío…  pero en este segundo cortometraje que quiero realizar, es girar la cámara y mirarme a mí, y no sólo a mí, sino lo que me conforma a través de mi historia familiar, quiero explorar esa veta, pero también la posibilidad de expresarme artísticamente gracias al legado de mi familia, hablo desde las dos vertientes, el legado de quienes se expresaban artísticamente como lo fue mi abuelo, como mi padre que es músico, y el legado de mi madre.

Todo parte de hablar de mi abuelo paterno, al cual no conocí, pero me hubiera gustado conocer y generar una conversación con él, este documental básicamente es crearme un retrato de un hombre que por supuesto configura al padre que tengo y por ende me hereda mucho de sí;  el cine me va a permitir generar ese retrato, a partir de trozos, de platicar con más personas, y entrar en el campo de la ficción, porque es generar un encuentro, con alguien que en vida fue imposible hacerlo, pero que el cine me va a permitir hacer un paréntesis en el tiempo para poder estar con él.

El otro proyecto tiene también que ver con líneas familiares pero ese sí es completamente ficción, es a partir de un guion que escribió una colaboradora y amiga, del que todavía no puedo hablar del todo, pero estoy ya trabajando en él y espero se vuelva mi primer largometraje animado.

M.V. ¿Cuál es tu opinión del cine actual en México, de todos los nuevos trabajos que se están presentando?

D.R. El cine mexicano está siempre tratando de consolidarse, para ser una industria redituable en todos los sentidos. Hay mucho cine mexicano, cada vez más reconocido como propuestas creativas a nivel internacional…  pero hablo de que está en constante consolidación porque todavía no genera para que sea una industria que se vuelva autosuficiente, todavía depende mucho de los estímulos gubernamentales, que no están  mal, porque parte de las obligaciones de un estado es procurar la creación de cultura y el fomento de esa cultura, y el cine es cultura, además de arte y de negocio; pero no podemos pensar que el apoyo gubernamental sea la única vía para hacer cine, deberían haber también productores para invertir en generar cine, y que sea autosostenible, que lo que se invierta en una película se recupere, y además genere nuevos proyectos, todavía no se está en ese punto, que obviamente, permitiría mejores salarios, mejores condiciones laborales, una apertura mayor a diferentes tipos de producciones, en el caso de la animación hay muy pocos estudios de animación.

La precarización laboral existe en la industria del cine mexicano y eso genera que las personas necesiten trabajar en más de un proyecto para sobrevivir y vuelvo al punto ¿qué tantos proyectos hay como para que alguien pueda sostenerse de eso todo el tiempo?

Es complicado todavía a nivel de números y de sostenibilidad económica y eso creo también merma el número de producciones, aún así a nivel artístico con tan pocas herramientas, se hacen trabajos verdaderamente potentes, los rebasa el talento de sus colaboradores.

M.V. ¿Hay algún cineasta mexicano o extranjero que admires?

D.R. Yo admiro mucho el cine de Agnes Varda (Agnes Varda, 1928, Bruselas – 2019, París, fue una fotógrafa y cineasta francesa, una de las precursoras de la Nouvelle Vague, la nueva Ola, movimiento artístico, que surgió en Francia a mediados del siglo XX, que pretendía romper  con la manera convencional que había en aquel entonces de hacer cine. A través de sus películas, documentales y videoinstalaciones constituyó una mirada en la que mezcla representación realista, comentario social, búsqueda poética y experimentación audiovisual. Ya era una fotógrafa consolidada cuando realizó su primera película, La pointe courte, una producción totalmente independiente, en 1954. Su última película se estrenó en 2019, el año que murió a los 90 años).

Ella venía de la fotografía, no estudió cine, ella añoraba ponerle palabras y movimiento a lo que había fotografiado, eso se lo da el cine, la posibilidad de combinar el audio y la imagen en movimiento, lo que la convierte en una cineasta que más allá de buscar una narración con todos los elementos que intervienen, era una mujer que exploraba conceptos. Ella era más una creadora a partir de conceptos, de inquietudes y luego fusionaba todo con base en la fotografía, el movimiento de una cámara, de la puesta en escena con actores, utilizar la voz, la música, finalmente utilizar el espacio de un performance en vivo con una instalación artística, definitivamente la admiro demasiado y si he de recomendar algo con lo cual puedan conocer ese cine, recomendaría con la que yo inicié que es “Rostros y lugares”. La admiro sobremanera incluso le escribí un ensayo que pueden revisar en youtube sobre Agnes Varda y su cinescritura.

M.V. ¿Cómo te definirías como cineasta?

D.R. Me definiría como una principiante, sí tengo hoy un primer crédito como directora, pero sigo aprendiendo mucho sobre este oficio. Me siento aún con muchas inquietudes de ¿cómo resolver ciertos elementos? y eso me hacía sentir insegura sobre si yo podría o no hacer cine, pero poco a poco me he dado cuenta que justo el cine es mucho de enfrentarte a un sinfín de vicisitudes, y que cada producción va a encontrar sus resoluciones… no hay una manual para resolver ciertas cosas, muy probablemente haya manuales de cómo guiar la producción, o cómo hacer cuestiones que se estandarizan, pero estoy convencida que hacer cine va más allá de lo estipulado, cada producción tiene sus propios baches, y  lo vas a resolver con la experiencia.

Colofón

Me siento una cineasta principiante pero con mucho ímpetu por seguir descubriendo como hacer del cine una linterna que me permita ver el mundo y aportar a él…

“Todavía estoy luchando. No sé

cuánto tiempo más, pero sigo

librando una lucha, que es hacer

que el cine tenga vida y no

simplemente hacer otra película”.

Agnes Varda