De cuando las tortugas se convirtieron en Frankestein
4 octubre, 2024•By Adalberto Villasana Miranda
Lille derrotó en casa al Real Madrid, que no tuvo a Mbappé de inicio, pero pese a su ingreso, no modificó el 1-0 final.
Por David Martínez
Fue irse Kross y acabarse el fútbol para el Real Madrid. Es decir, se acabó la idea de juego, el saber cuándo hay que apretar, cuándo es necesario soltarse, cuándo se debe marear la perdiz, tener el balón, arrojarlo a las luces del estadio o esconderlo en el bolsillo.
El Madrid de las Tortugas Ninja es como el monstruo de Frankestein: mucho músculo, pero poco cerebro. La falta de una idea de juego se transmite en varios aspectos. En primer lugar, habría que decir que no hay un estilo. El Madrid no funciona ni al toque, lo cual era de prever desde la marcha del alemán, ni al galope. El rocanrol, si hacemos caso a lo que se dice en Helter Skelter, se trata de subir a la montaña rusa y bajar a toda velocidad, fundir -pues- al rival, como si fuese acero en un horno. Pero la imagen del centro del campo fue la misma casi todo el tiempo: todos corriendo tras el chamaco Bouaddi (de 17 años y que recordó a Toni con sus 43 pases buenos de 44). Falta una figura que sea calma y precisión. Que haga correr menos y mejor, un jugador al que acudir en momentos de presión, que sea capaz de volar y soplarle al huracán. Se sabía que no había otro Kroos, pero lo que podría estar siendo este equipo con Toni … mejor dejémoslo ahí.
En segundo lugar, por paradójico que suene, al equipo le cuesta crear ocasiones de gol. ¿Cómo se preguntarán? ¿No están Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y Donatello? Los datos dicen justamente eso: apenas dos tiros a puerta hasta el minuto 86. No es un evento aislado: ha hecho 14 remates entre palos juntando sus tres últimos partidos (Alavés, Atlético y Lille); sólo en el duelo ante el Espanyol hizo otros 14. Y la entrada de la Tortuga Donatello no mejoró nada: en 39 minutos, sin disparos, con apenas un regate y una recuperación. Muerto bien muerto. Joselu, en ese arreón final, te metía algún gol heroico … pero se ha ido al Medio Oriente a ver pasar los barcos por el estrecho de Ormuz.
En tercer lugar, al equipo le falta entusiasmo. No sé sabe si hay agotamiento, pero no hay esa sensación de jugar y divertirse. Es un juego mecánico. A me lleva a B y así. El año pasado hubo muchos partidos así, pero se jugaba con otro ambiente, con entusiasmo y con una fe inquebrantable. Quizá la palabra que estamos buscando es alegría. Ancelotti va a tener que trabajar, no sólo en lo futbolístico, sino más que nada en lo anímico. El Madrid necesita un tratamiento para el desahogo emocional, algo que los psicólogos definen como contactar las emociones, ser consciente de ellas y poder desahogarlas donde toca. En este caso, dentro del campo y a ser posible de cara a la portería. Y eso lleva a una nota interesante: se trata de llenarse de placer, de juntar el talento y darse tiempo y espacio para disfrutarlo. En el partido del Lille, el centro del campo y la delantera titular del Madrid tenía una media de edad de 24 años. Es sabido que a los jóvenes les puede la ansiedad, al premura, el sentido de inmediatez. Fue entrar Luka y dar origen a otro partido, con más pausa, aunque no se logró el empate por un mal cabezazo de Güler (al que le ganaron los nervios) .
Ante la falta de cerebro, Ancelotti, además, tiene otra labor: cambiar la forma en que el equipo se para en el campo. Táctica, pues. Algo de eso, pasó. Regresó Camavinga y se estableció el dibujo de las grandes ocasiones: 4-4-2 (Valverde, Tchouameni, Camavinga y Bellingham en el medio campo, Endrick y Vinicius en la delantera). En teoría, ese dibujo permite presionar más arriba y recuperar pero a veces te descoloca porque los interiores no tienen siempre el tiempo o la condición de replegar. Justo lo que pasó casi hasta que entró Modrić. Cambiar el dibujo del equipo es necesario para subirle el ánimo. Dadas las características de los jugadores, parece interesante, en términos de combinar, el sistema 1-4-3-2-1, el “árbol de navidad” que Ancelotti usó en el Milán. Es una formación que rara vez se utiliza ya, pero es altamente adaptable y flexible, y puede modificarse rápidamente y convertirse en otros sistemas de juego. Veremos si Carletto lo considera.
Estos elementos, conllevan a varios fogonazos de desesperación, lo peor que le puede pasar a un equipo de fútbol. Una vez más, la falta de cerebro acabó ocasionando cinco amarillas. ¿Se puede jugar así, protestando cada cierto tiempo? La realidad indica que no.
Por cierto, la obra de Mary Shelley lleva por título El moderno Prometeo, con lo que se da a entender que el escultor de la humanidad no es castigado por los dioses, sino por su propia creación. Y sí, justamente, es lo que pasa. En el Real Madrid la victoria es un alivio; el empate, una crisis y la derrota una hecatombe. Es lo que pasa cuando ganas quince copas de Europa y exiges la dieciséis. Quizá esta derrota, al fin y al cabo, sirva para arreglar lo que se ha mencionado. No es seguro, pero es altamente probable.
En el Real Madrid la victoria es un alivio; el empate, una crisis y la derrota una hecatombe.
Muy buen análisis ! Totalmente cierto el tema de cómo la salida de un solo jugador ha pesado y como no existe actualmente otro que lo supla!
Excelsa la frase final ! Describe perfectamente lo que pasa con el Madrid en los resultados finales.
Felicidades !!
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Excelsa la frase final ! Describe perfectamente lo que pasa con el Madrid en los resultados finales.
Felicidades !!