20 septiembre, 2024•By Adalberto Villasana Miranda
Por David Martínez
Algo sucede: nombre por nombre se tiene uno de los mejores equipos de la galaxia. De hecho, desde el fichaje de Donatello se ha especulado con ganar los siete títulos del calendario. Juntar a Las Tortugas Ninja habla de un poderío que, de momento, sólo se ejerce en el marketing. El juego está pendiente y, dos empates, en el Real Madrid dan pie a pensar que ya la liga está perdida. Casi todos los comentaristas sostienes que cinco partidos del campeonato español y uno de la Liga de Campeones no han procurado todavía el fútbol que se espera del Madrid, procedente de una gran temporada y con una plantilla que es de dibujos animados.
Pero quizá hay que recurrir a la biología para explicar qué está pasando. La palabra clave es adaptación, que se define como la capacidad mediante la cual un organismo se aclimata más al ambiente donde vive; es decir, se ajusta más al ambiente. Se dice que una especie está adaptada a un ambiente sí y solo sí ese ambiente ha generado fuerzas selectivas que han afectado a los ancestros de esa especie y han moldeado su evolución dotándoles de rasgos que benefician la explotación de dicho ambiente. Por eso no es fácil jugar en el Real Madrid: no cualquiera desarrolla fuerzas selectivas y no es lo mismo jugar en el Getafe que en el Bernabéu. Quizá la teoría hable de la selección natural, un paso aquí, te lleva allá. Pero el Real Madrid parece escapar a la selección natural: hay algo que viene de nacimiento, una especie de fuego interior que permite una amplia gama de adaptaciones para sobrevivir en diversos entornos. Materializando: las tortugas, por ejemplo, poseen capacidades extraordinarias para resistir y tienen amplias habilidades de natación. Pueden vivir, o no, en tierra firme, sobre suelo duro, o sobre la arena y dejarse ir con la marea. ¿Entonces?
En el Real Madrid, el estilo no importa, pues eso sólo está a servicio del resultado. Lo avala la historia: es un club que mantiene una alta eficacia en cuanto resultados. No existe organización más exitosa en el mundo.
En estos cinco partidos, Las Tortugas Ninja han demostrado su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas, en espacios cerrados, donde es difícil correr. Se ha planteado el apocalipsis al decir que Vinicius deja detalles aquí y allá, pero transmite una rara sensación de incomodidad; que Bellingham corre el riesgo de dispersarse y ser menos efectivo que el año pasado; se señala, como si se hubiese descubierto el polonio, que Tchouameni no es un estratega, ni un maestro defensivo. Pero eso no es del todo cierto. Las Tortugas incluso han aguantado que se lesioné Bellingham, reciclándose en algo más duro, para conservar el cuerpo de ataque y la propia naturaleza ofensiva del equipo. En ese sentido, no hay nada nuevo: el Real Madrid ha prosperado a lo largo del tiempo en una variedad de entornos. Esta comprensión no solo nos brinda información valiosa sobre la evolución del equipo y del club, sino que también puede proporcionar ideas para la conservación y el manejo del equipo en situaciones de grave peligro, como cuando el Mallorca se cerró a cal y canto.
El problema de adaptación, en realidad, no es lo más grave. La esencia del fútbol, tanto para atacar como para defender, es el pase. Toni Kross entendía eso, era el cerebro, la precisión y el tacto. A él no había que explicarle la eficiencia. Era un jugador raro, que podía mandar, parar y tranquilizar el partido, que jugaba en corto y en largo, que se posicionaba tan bien y que se metía en línea de tres con esa facilidad. El equipo necesita un organizador de juego, un futbolista que decida cuando jugar hacia delante, cuando jugar hacia atrás, de los que te cambian la dinámica de un partido y todo eso sin ser notado. En términos biológicos, Toni Kross era el instinto. Era el único que conocía las interacciones entre los compañeros y sabía cómo y cuándo mejorar el rendimiento del equipo. Se le definía como el metrónomo, porque que conocía el tiempo, los factores asociados a la táctica, y entendía antes que nadie las variables que ocurrían durante el partido.
Sin el instinto, los rivales alcanzan el área sin apenas problemas. No hay en nómina alguien que pueda responder a ese reto: sólo con más partidos vendrá ese automatismo y la consiguiente evolución. Bien mirados los datos, podemos decir que el análisis del pasador y receptor del balón muestra que lo más importante es la eficacia en el pase, seguido de la zona del campo desde dónde se efectúa dicho pase. El Madrid falla en tres cuartos de campo: pierde el balón en lo que se conoce como la zona del último pase, el gran territorio de Toni. De ahí que parezca que el equipo es susceptible a contras y repliegues estratosféricos.
Adaptarse a la vida sin el alemán es difícil, pero implica un compromiso de todos. Se trata de jugar más partidos -el equipo en conjunto a penas y tuvo pretemporada-, de probar pequeñas cosas y ganar confianza. Desarrollar el instinto colectivo hará que los delanteros se esfuercen más en la presión, en que entiendan lo importante que es recuperar rápido el balón cuando se ha perdido. De esta forma, Militao y Rüdiger, no se la pasarán corriendo de lado a lado y las alternativas en la defensa serán mejores. Jugar bien, lo que todo mundo reclama al Madrid por la nómina que tiene, no pasa tanto por la adaptación de las Tortugas a un entorno determinado. Más bien, a la formación de una nueva comunidad, donde el instinto de paso a automatismos. La temporada es muy larga y lo que está claro es que en esta plantilla los jugadores deben asumir el rol que el Madrid necesite. Por ahora, ya han entendido que esto va de ganar partidos. Con ello, todo es más fácil y menos estresante. Veremos … lo precioso del fútbol es que nunca se sabe qué puede pasar.
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Excelente explicación y opinión. Saludos, marx.