Yo campesino

19 diciembre, 2022 By Adalberto Villasana Miranda

Yo Campesino

¡Odio!

Feliz el ganso: sus discursos diarios de rencor y confrontación generan violencia

Miguel A. Rocha Valencia

El rencor que destila todos los días el ganso en contra de los “antes”, quienes lo critican, lo exhiben o no están con él, no sólo cobra víctimas y atentados reales sino, además, una división social que se profundiza, incluso en su contra.

En todo momento el tlatoani olmeca hace patentes sus complejos, sus rencores, insatisfacciones y su necesidad de ser el centro de todo, ser unívoco, sin crítica, sin errores o equivocaciones que, a su pesar o gusto, tienen al país en crisis económico-financiera y salud, con mayor pobreza y una criminalidad que se expresa en asesinatos y atentados.

Y a pesar de que junto con esas expresiones de odio de todos los días contra “sus adversarios”, a nadie le sale un tumor, salvo el del rencor por sus semejantes, por escucharlo todos los días con el cúmulo de mentiras que a la fecha ya suman más de 80 mil.

A nadie le afecta –aparentemente- saber que su complicidad con el crimen organizado cobró en sus cuatro años de gobierno 140 mil asesinatos, más de un tercio del país en manos de delincuencia organizada a la cual incluso se le han entregado posiciones de poder político o empresas legítimas para lavar el dinero derivado del tráfico de drogas, armas y personas.

En tanto, la ola de odio e impunidad se acentúa. Es con el profeta de la 4T cuando más periodistas, defensores de derechos humanos y activistas en defensa del medio ambiente han sido asesinados o atentado contra sus vidas. Incluso, con total impunidad también son asesinadas madres buscadoras o familiares.

La vida en el sexenio de la 4T no vale nada, es en ese marco donde se inscribe el atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva o del mismo jefe de la policía capitalina Omar Amid García Harfuch, el asesinato de mandos y tropas militares, donde muchas veces, se infiere el cobro de cuentas, el odio entre grupos de criminales y representantes del orden.

Incluso comunidades civiles responden con violencia ante la criminal complicidad de las autoridades federales y toman la justicia en sus manos. Y es que en México la ley se utiliza desde el poder para “inmolar” a los críticos, intelectuales, científicos, periodistas, activistas de la sociedad civil. Y mientras, corrupción e impunidad caminan de la mano.

Pero todo viene desde “arriba”, desde el mensaje mañanero donde se incuban los rencores, los deseos de desquite, la lucha de clases, el pobre contra el rico “causante” de la miseria, donde el ser humano es capaz de identificarse con un sujeto que se cree mesías y culpar a otro de su incompetencia, incapacidades, incultura y fracasos.

Porque la culpa de lo que hoy sucede a cuatro años de que asumió el poder el tlatoani, no es de él sino de cualquier otro, de los de antes, los ricos, los protestantes, quienes demandan medicamentos y servicios médicos, quienes buscan justicia frente al crimen organizado, de quienes se atreven a decirle que está equivocado y tiene el país en crisis.  

De ahí nos viene la confrontación. Desde el púlpito de palacio el sumo sacerdote alza el dedo para acusar y decir que son los comerciantes los culpables de la carestía, que son los campesinos los responsables de la falta de producción, pero no dice que él, el caudillo, se robó el presupuesto de fomento a los cultivos y la ganadería, que transformó en dádiva lo destinado a estímulo a la productividad y la comercialización.

No dice que convirtió en limosna el dinero destinado para alimentar niños en escuelas de tiempo completo o dotar de fármacos a enfermos y enfermas de cánceres, que, por eso, se acabaron las mastografías, se encarecieron las cuotas en los institutos públicos de salud, que hoy, hay 15 millones más de mexicanos sin acceso a la salud y que en instituciones como ISSSTE e IMSS, la carencia de medicamentos, tratamientos y atención en especialidades casi desaparecieron.

Volvió limosnas disfrazados de programas sociales los dineros destinados a investigación, a la cultura. Transformó el odio y cobro de facturas a la política e hizo del poder público su instrumento para impartir justicia a su modo, olvidándose de la aplicación de la Ley, la cual viola y ordena a sus secuaces que lo hagan si con ello se mantienen un gobierno plagado de corruptos, de opacidad, reparto de presupuesto a discreción, de franquicias, premios y castigos.

Se convirtió el gobierno del caudillo de Macuspana en una montaña de odios, rencores, desquites y confrontación, pues es en la expresión más acabada de la división de los mexicanos donde el tlatoani encuentra el caldo de cultivo para sus fines. Odio y violencia.

Y sí, claro que es responsable y además sabe que lo va a pagar, tarde o temprano. El estigma lo llevará su familia.

Categorias: Opinión 

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