18 abril, 2024•By Adalberto Villasana Miranda
Agamenón ante las murallas de Troya
A Javi Llaca, que me narró los penaltis
Por David Martínez
Al Real Madrid, el mejor equipo del planeta, sólo hay algo que le perturba, que le de duele y le lastima: quedar eliminado de la Copa de Europa. Quedarse fuera es como cuando llegan del juzgado porque no has pagado la renta o la hipoteca y sacan tus cosas a la calle. Todo lo demás es como agua que corre por el río, no tiene importancia.
Así que cuando salió la pelotita del Manchester City en el sorteo de los cuartos de final de la Copa de Europa, la posibilidad de quedar fuera de la Copa era una tenebrosa posibilidad. Eran los campeones, los ganadores del triplete, los que habían tenido una diarrea el año anterior y, con una rabia sólo vista antes en el Barça, te hicieron cuatro goles. Un descosido que dejó huella. Y que aumentó con el fabuloso empate de la primera vuelta. El miedo no es una sensación agradable. Justamente, durante muchos tramos, el Madrid se olvidó de la Historia, de las catorce copas, de ser el coco y jugó con pánico. Pero, ya lo ha dicho Rafa Nadal, gran madridista, a veces eso te hace estar alerta. ¿Sucedió eso en esta ocasión? Visto el resultado, diríamos que sí.
Ha sido el mejor partido de fútbol a lo largo de la temporada, sin duda. Explicarlo es difícil, pero demos dos datos: se trató del partido con más toques de un rival en el área del Real Madrid en toda su Historia. Nunca, además, había sufrido tantos tiros de esquina en contra,18, por sólo uno a favor. Quizá la forma de describirlo esté en la mitología. El Manchester City fue Agamenón en las murallas de Troya en el décimo año de la guerra, ese de la cólera de Aquiles. Siguiendo con la metáfora, el Madrid tuvo la suerte de que Pep Guardiola no encontrase alguien con la astucia de Odiseo. No hubo caballo ni toma ni desalojo. La muralla resistió. El miedo no dejó de estar ahí, pero a medida que sucedía la eliminatoria, el equipo dio con la clave: sin sufrimiento no hay gloria. Queda claro que este equipo se sobrepone a lo que le tiren encima, llámese lesiones, disparos a la escuadra, goles, rivales enconados …
Por supuesto, hace falta un gran coraje para estar dispuesto a sufrir, a ir más allá, a mostrarte vulnerable y que te hagan daño. Y hay que ser aún más valiente para seguir después de que te vapulean con tanta saña y fuerza. Para citar a Churchill, el Winston, la grandeza del Madrid radica en que nadie ha ganado tanto sin ser el mejor tantas veces … es una película tan vista, tan cargada de fe, que como hincha no te importa saber el final de antemano. Ahí estas, con el miedo metido en el estomago, pero resuelto a seguir y soportar lo indecible. Es tópico, se confía hasta el final. Y ni duda cabe que cuando más parece perdido es cuando más se disfruta.
Lo increíble de esto es que aunque sea una película ya vista, siempre aparecen actores a los que no se tenía en mente. Hace dos años fue Rodrygo. Ahora fue Andrei Lunin, el portero suplente en el que nadie confiaba. El ucraniano fue un dique durante el encuentro con ocho paradas de trascendencia y se vistió de héroe griego (o del célebre batallón Siberiano, el más bravo del ejército ucraniano, como prefieran) en la tanda de penaltis después de detener dos y dejarle a Rüdiger el honor de ascender al cielo de Chamartín. Lunin demostró que está a la altura y que cuando regrese Courtois habrá que llamar a Houston, porque se tendrá un problema de los gordos. Muchos comentaristas a lo largo y ancho del planeta han sostenido con frecuencia que un portero del Real Madrid debe desbaratar hasta lo que las mariposas quieran hacerle al equipo. Bien, Lunin probó que está, no sólo para sobrevivir a las falanges del Atrida, sino para agitar la cresta como el célebre Héctor. Mariposas las justas.
Se acabó el partido, ganó el Madrid. Ampliemos el panorama. El Madrid ha accedido a 12 semifinales en las 14 últimas ediciones de la Copa de Europa, con 5 títulos que pueden ser 6 este año. Pensemos un poquito en qué significa eso: hay que hacerlo todo bien. Todo extraordinariamente bien: en ataque, en defensa, cuando dominas, cuando te someten, en el club, cuando estas chupando banquillo o animando en la grada. A los teóricos de las ciencias administrativas seguramente les encantará echarle un ojo al manual del club.
Evidentemente, ahora hay que rematar la faena y ganar la Copa. Aquellos que crean que el trabajo está hecho, aquí les va un dato para las semifinales: sólo hay un estadio que se le haya dado peor al Madrid que el Etihad, donde no ha ganado ninguna de las seis veces que ha ido (tres derrotas y tres empates). Es la casa del Bayern de Múnich, el temible BayArena. En últimos tiempos, desde la décima, parece menos feroz, pero todo madridista por encima de los cuarenta sentirá un escalofrío en la espalda con sólo nombrarlo. Y encima, esos tipos de rojo tienen a Keane, aún más alto y preciso que el vikingo Haaland.
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Muy buen texto ! El Madrid está hecho para esta competición, es el uno para el otro,,,