15 octubre, 2022•By Adalberto Villasana Miranda
La humanidad enfrenta una dinámica compleja de la que México no está exento; es decir, el regreso a una “nueva normalidad” en la que persiste el virus SARS-CoV-2, las consecuencias del conflicto bélico entre Rusia –importante industrial y exportador mundial de fertilizantes– y Ucrania –uno de los principales productores de cereales del planeta– lo que motiva incremento en los costos de los insumos agroindustriales y, en consecuencia, impacto en los precios de los alimentos
Lo anterior de acuerdo con el especialista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Uberto Salgado Nieto, quien argumenta que esta situación repercute en los bolsillos de la población, en particular de aquellos que menos tienen.
Se trata de aumento en el valor de los productos alimenticios que no se habían visto en los últimos 21 años, además de la disminución en la cantidad y calidad de los insumos de estos, apunta el economista.
En México la cuestión alimentaria es un fenómeno complejo, porque coexisten problemas de países subdesarrollados con aquellos del primer mundo. Por ejemplo, a la par que tenemos elevados niveles de desnutrición y falta de acceso a comida, también vemos que ocupamos uno de los primeros lugares en términos de obesidad y diabetes.
Con base en datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), refiere Salgado Nieto, aproximadamente 3.7 por ciento de la población mexicana vive inseguridad alimentaria severa, pero si se añade la disminución en la cantidad y calidad, la cifra aumenta a 26 por ciento. “Es decir, casi una cuarta parte de la población –33 millones de personas, en promedio– enfrenta algún nivel de inseguridad alimentaria por el aumento de precios en los víveres”.
A ello se suman los niveles de desigualdad y pobreza que se viven en nuestra nación, aunque durante la pandemia los programas de apoyo social fueron fundamentales y evitaron que se dispararan los niveles de pobreza, acota el universitario.
Sin embargo, “todavía tenemos una cifra importante de mexicanos que viven en esa condición: alrededor del 46 por ciento de la población mexicana, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, situación que los hace altamente vulnerables a estos impactos globales del aumento de precios en los alimentos”, recalca el especialista.
Época complicada
En ocasión del Día Mundial de la Alimentación -que se conmemora el 16 de octubre-, Salgado Nieto señala que este panorama muestra la complejidad del escenario, en un momento en que nos estamos adaptando a esta “nueva normalidad”.
Este contexto nos permite observar que si bien 2020, cuando se dieron las mayores afectaciones a la economía por las restricciones a la movilidad, se vislumbraba como un año complicado, 2022, con todo este escenario global que vivimos, se percibe como una época complicada para hablar de seguridad alimentaria a nivel mundial y en México.
Aunado a ello, si la economía de Estados Unidos entrara en un proceso de recesión, claramente nuestro país sufriría un efecto de contagio, lo que profundizaría el problema de inseguridad alimentaria, precisamente por la pérdida de salarios. “Bajo ese contexto, la vía de la recuperación económica sería más complicada y severa de lo que hoy vivimos. De hecho, habría que profundizar las políticas públicas del gobierno actual y echar mano de una estrategia económica distinta a la actual, orientada a impulsar el crecimiento económico de una manera más acelerada”.
El experto resalta que el paquete de medidas contra la inflación y la carestía establecido por el actual gobierno busca otorgar exenciones a la importación de cereales básicos como el maíz, alimento base en la dieta de los mexicanos, a fin de evitar una escalada inflacionaria provocada de manera interna por la insuficiencia en su producción nacional para cubrir la demanda.
Asimismo, se busca generar acuerdos con empresas productoras de harina de maíz para controlar la elevación en el precio de la tortilla y fríjol. Salgado Nieto plantea que es importante avanzar en las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, para revertir el proceso inflacionario que genera un efecto dominó con afectaciones a la economía global.
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