18 julio, 2025•By Adalberto Villasana Miranda
Dolores Olmedo pinta sus cejas muy finas, usa sólo delineador, pestañas y lápiz de labios.
Nota del Autor: Ante los dimes y diretes sobre el Museo Dolores Olmedo, me parece interesante registar digitalmente la amplia entrevista que tuve con su creadora la señora Dolores Olmedo, publicada por primera vez en la revista “Activa” en 1994, donde puntualiza que el Museo es una herencia para el pueblo de México.
Por Marco Antonio Villasana
Dolores Olmedo, la máxima coleccionista de obra de Rivera en el mundo: “No soy la viuda de Diego Rivera, no fui su novia o amante… ¡Fui su amiga!”.
Abrirá su museo en diciembre de este año, 1994, en la ex hacienda de “La Noria”, con una colección de 137 obras de Rivera, 25 de Frida Kahlo, 500 piezas de arte prehispánico y miles de arte popular de toda la República reunidas a lo largo de 35 años de ofrendas de Día de muertos en memoria del maestro PARA DONARLO AL PUEBLO DE MEXICO.
¿Qué otra mujer contemporánea se podría comparar o igualar a DOLORES OLMEDO lo escribo con mayúsculas, la máxima coleccionista de Riveras del mundo?
Rostro de pómulos perfectos y ojos grises que resplandecen al igual que las espectaculares joyas que siempre porta. Cabello muy negro, dividido al centro y apresado en la nuca, que sólo ha lucido suelto en algunos dibujos de Rivera, en uno en especial, cubre amorosa con él a su hija Irene. Gesto de protección que ha repetido a lo largo de los años, rescatando la obra y manteniendo viva la memoria del maestro, a quien califica como el único pintor renacentista del siglo XX.
Educada para compartir, como reza la leyenda en el acceso del que será su museo: “A ejemplo de mi madre, la profesora María Patiño Suárez Vda. de Olmedo, quien siempre me dijo lo que tengas compártelo con tus semejantes, DEJO ESTA CASA CON TODAS MIS COLECCIONES DE ARTE, PRODUCTO DEL TRABAJO DE TODA MI VIDA, PARA DISFRUTE DEL PUEBLO DE MEXICO”. Dolores Olmedo abre para ACTIVA su casa y platica muchas de sus anécdotas.
La prensa siempre la ha asediado, interrogado sobre Diego Rivera, pero se desconoce tanto, si no es que todo, sobre esta enigmática mujer: Dolores Olmedo nació un 14 de diciembre de 1908, en Juchitán, Oaxaca, pero siempre ha vivido en la Ciudad de México. (Falleció a los 94 años el 27 de julio del 2002 en su casa de Xochimilco). Su madre descendiente del insurgente, Teniente de Caballería, Pedro Patiño Gallardo, fue una de las cinco maestras que se recibieron en México de la Normal para señoritas, y trabajo hasta el último día de su vida, de ella heredó sus características físicas. Es la mayor de tres hermanos, le sigue su hermana Magdalena Olmedo Vda. de Hurtado, maestra y su hermano Manuel, contador, quien ya falleció.
Define su carácter como fuerte, y es algo que la ha impulsado alcanzar todas sus metas. Estudió siempre en escuelas oficiales: primaria, secundaria, preparatoria, y hasta el tercer año de derecho, además de ser profesora de piano.
A la fecha permanece activa, es asesora del Secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, y prepara un libro titulado “La conquista de México al mundo”; madre de cuatro hijos que son el orgullo de su vida: Alfredo, Irene, Eduardo y Carlos Philips Olmedo, abuela de trece nietos y cuatro bisnietos.
¿Por la desinformación se le ha ligado sentimentalmente con Diego Rivera?
No soy la viuda de Diego Rivera, ni fui su novia o su amante… ¡Fui su amiga! (lo recalca con una gran seguridad). Le tuve y le tengo un gran cariño, y lo estoy demostrando con sus colecciones. Nunca fui nada del maestro, que me escribiera dedicatorias en algunos cuadros de gran amor, eso lo hacía con todas las modelos. Cuando supo que tenía cáncer le propuso matrimonio a María Félix y a mí, las dos rápidamente le dijimos que no. Se casó con Emma Hurtado.
Dolores Olmedo luce una gargantilla de brillantes que perteneció a Carmen Romero de Díaz, esposa de Porfirio Díaz, de la que pende enmarcado el retrato de su madre; pequeñas peinetas de plata fijan su cabello a la nuca, viste blusa jaspeada de rojo y negro, pantalones y botines de gamuza. Su perfume preferido, Shalimar de Guerlain. En su mano derecha porta un brillante impresionante en forma de corazón, de color champagne, de los más raros, rodeado por brillantes y esmeraldas, y dos más similares en tamaño en su izquierda. Anillos que siempre usa.
Invitación a la inauguración del Museo donde destaca que será entregado al pueblo de México.
Las mujeres de mi raza no lloran
¿Al platicar con usted, surge siempre la palabra trabajo, es algo así como su lema?
Es algo que nos inculcó mi madre, trabajando en la vida logra uno lo que quiere. Me acuerdo que de pequeña estaba llorando, ¿no sé qué me pasó?, cuando llegó mi mamá me dijo “las mujeres de mi raza no lloran, luchan por lo que quieren”. Ven, me ordenó, ponte detrás de este árbol, ¿qué ves?, nada contesté, ahora sal y describe lo que ves… el cerro, el cielo, todo… Entonces me dijo, “Lo que vean tus ojos será tuyo toda tu vida pero tienes que luchar por ello y no llorar”. Era preciosa, los ojos los tenía verdes, yo no sé porque salí con ojos grises. Era sobre todo una mujer caritativa.
Juntos vemos el retrato de su madre que se encuentra en uno de los muros del futuro museo y que guarda una poesía escrita por ella. Le suplico la lea, lo hace con agrado, al final su voz se quiebra, suspira y concluye.
“En la muerte no pienses
¡Te hace daño ahondar en lo negro
de su abismo!
No temas al dolor…
¡Yo te acompaño!”
Un día me caí de la cama y seguí dormida
Dolores Olmedo pinta sus cejas muy finas, usa sólo delineador, pestañas y lápiz de labios. Pese a lo banal de la pregunta insisto: ¿Cómo es que se conserva tan bella?
Trabajando y no preocupándome por nada, porque soy muy conchuda. (Ríe de buen humor.) Soy muy libre, he trabajado mucho, hago lo que quiero, me importa muy poco lo que diga la gente, si les caigo bien o les caigo mal, pues lo siento.
¿Y alguna crema, algún tratamiento?
Nada, el cutis es de mi madre. Tengo la bendición de dormir como una piedra. Si tengo un problema, un dolor, lo que sea, me duermo. Es una gran suerte, al grado tal que un día me caí de la cama y seguí dormida, cuando se acuerdan mis hijos se atacan de risa. Me levanto a las seis, pero a veces cuando me siento mal, me quedo todo el día en la cama. En mi vida he hecho ejercicio, no como mucho, porque eso sí, me cuido de comer.
Sus dos esposos y un secreto
¿Qué nos puede decir de su esposo, el señor Philips?
El señor Philips vino a México a los Tratados de Bucareli (el 14 de mayo de 1923, respecto a los efectos del artículo 27 constitucional en materia de petróleo y de la reforma agraria). Era inglés nacionalizado americano, un hombre muy brillante. Se enamoró del país y se quedó. Fundó una revista que se llamó “Mexican Life”, la empezó en 1924 y cuando murió en 1972, en marzo de ese año, salió el último número. Allí se publicaron, por primera vez, a todos los grandes pintores de México: Diego, Orozco, Siqueiros, García Leal, y el último número fue dedicado a Anguiano. La revista hablaba de arte, de la historia de México, de su economía, porque él era economista, un hombre muy brillante. Tengo cuatro hijos, Alfredo, Irene, Eduardo y Carlos Philips Olmedo. Todos son profesionistas, gente de trabajo, rectos. Están educados para servir a su país antes que a nadie y son el orgullo de mi vida.
¿Cómo los educó?
En primer lugar, hacía unas grandes maldades con ellos, íbamos a tocar timbres a las casas, horrores. Después se fueron a las escuelas y me fui quedando sola, Irene no se quiso ir de México para no dejarme, ella es abogada, de la Universidad Nacional. El grande, es abogado economista, egresado de Oxford, Inglaterra (subsecretario de la Sedesol); Eduardo es ingeniero en electrónica de la MAT; Carlos es licenciado en administración de empresas, de Cambridge, Inglaterra.
¿Aparte del Sr. Philips se casó otra vez?
Me casé con Juan Cañedo, un rejoneador, y después otra vez más… (baja la voz y sonríe) pero es un secreto, eso no se dice…
Ha coleccionado de todo
De chica coleccionaba piedritas, luego de joven coleccioné novios, luego piezas chinas y mis Riveras. La primera vez que el maestro me pintó fue en 1930, era casi una niña, me hizo 27 dibujos para hacer una litografía pero las vendió. A mí me regaló una, la prueba del artista, con una dedicatoria. Después lo veía de vez en cuando y posaba para él, pero vendía los retratos. En 1955 empecé a tener dinero e inicié mi colección de pinturas, él me pintó este retrato “La Tehuana”, tal como me conoció.
Anécdotas
De sus Riveras hay dos en especial que encierran anécdotas de lo más peligroso y aún insólito: “La canoa enflorada” y “El matemático”. La primera al ir sobrevolando por Tuxpan, Dolores Olmedo le comentó a María Félix, quien la acompañaba a la subasta de Sothebys a Nueva York, “Mira María que bonitas llamas las de los pozos petroleros, y me dice, voltéate del otro lado para que veas el ala del avión quemándose”. Regresó sana y salva a la Ciudad de México, subastó por teléfono, sin límite, el costo del cuadro alcanzó la cantidad de 350,000 mil dólares. No obstante, al llegar el avión que lo transportaba a Houston, la huelga impidió que arribara a la Ciudad de México, y por si fuera poco, cuando lo hizo, se trabó la compuerta de la carga. Por primera vez acaba de salir del país, junto con otras piezas a la exposición de “Europalia”, que se celebra en Bruselas.
En el caso del “Matemático”, al entrar a High Life, un establecimiento comercial, Dolores Olmedo escuchó que la viuda de Beteta lo había vendido. De inmediato la visitó, enterándose que fue comprado por el embajador de los Estados Unidos, se dirigió con él, le explicó que no lo podría sacar del país porque era patrimonio cultural, tenía dos opciones, lo donaba a un museo o se lo vendía a ella y así fue como lo obtuvo. Por casualidad o destino, cuando se trasladó el mural “Un domingo en la alameda” de la autoría de Rivera, de las ruinas del Hotel del Prado a su nuevo basamento en la Plaza de La Solidaridad, hoy museo, era el día de su cumpleaños. Asimismo, está por comprar dos cuadros más de Rivera, aunque ella se juró no comprar otro, pero me dice “Mis juramentos son falsos”.
Tortas y tabiques
¿Cómo hizo tanto dinero Dolores Olmedo?
Primero hice tortas para las escuelas, luego me vendieron una tabiquera y empecé a vender tabiques. Vendí para el nuevo edificio del Departamento del D.F., después me metí a la ICA, que apenas empezaba, les vendí también. Forjé mi propia compañía constructora, que construyó toda la estación de carga de los ferrocarriles de Pantaco, y la obra negra de Buena Vista; nada más que ellos pagaban el trabajo con terrenos, a mí me pagaron de esa manera, vendí los de Buena Vista, y de ahí hice mi lana; y en los de la Nueva Santa María construí 4000 casas, dejé prácticamente de construir en el 62.
La ex hacienda de “La Noria”
La ex hacienda de “La Noria”, última residencia de los reyes xochimilcas, data del siglo XVI. Fue construida en 1548 y terminada en 1560. Ahora se convertirá en el mes de diciembre en el MUSEO DOLORES OLMEDO, DONADO AL PUEBLO DE MEXICO, con una colección de 137 obras de Rivera, 25 de Frida Kahlo, 500 piezas de arte prehispánico y miles de arte popular de toda la República, reunidas en 35 años de ofrendas de Día muertos en memoria del maestro. Se espera que sea inaugurado por el señor presidente Carlos Salinas de Gortari. Una de las características de este Museo, a semejanza de muchos europeos, es que guardara el savoir-faire, la exquisitez de la dueña de esta casa.
Al franquear sus puertas, sorprende a cualquiera, un lugar de increíble belleza, 32,000 metros cuadrados de jardines: el verdor del pasto, junto con el conjunto de árboles, semejan una gran esmeralda, ahora entiendo porque es la gema favorita de Dolores Olmedo. Un camino empedrado conduce a la monumental construcción. Los pavo reales deambulan por los jardines, árboles y techos de la regia casona; perros xoloescuincles de diversos tamaños, así como pequeños terriers escoceses, husmean y me ladran. Uno de los jardineros barre y recoge cientos de flores de bugambilia. Un estanque complementa el paisaje, donde infinidad de gansos africanos anidan y flotan en el agua. Diego Rivera, cabeza en bronce, autoría de Toño Castellanos, vigila plácido la entrada de su nuevo santuario. Macetones de barro florecen de geranios salmón. Diversas piezas arqueológicas dispuestas en escalinata me dan la bienvenida.
Por los vidrios de las ventanas descubro a la tehuana, ondulando su huipil tradicional, Irene y una amiga se mecen en una hamaca, mientras Pita Amor abre muchos los ojos; los niños moscovitas sonrientes pasean en trineo y se han puesto su ropa de gala para que el “sapo-rana” los retrate. En su estudio imaginario, Diego, Dieguito, ese niño que jugaba a ser grande, duerme… ¡Hay tanto que ver! La maestría de Rivera en cada uno de sus óleos, el retrato de su madre que hiciera a los diez años y que más parece un daguerrotipo que un dibujo. Siente uno la brisa de los atardeceres de Acapulco, o el olor de la sandía recién cortada de su último cuadro. (Obras que estarán en exhibición).
¿Quién velará por este patrimonio al desaparecer Dolores Olmedo?
El director general es el pintor José Juárez, es una persona muy honesta. Yo soy la directora artística mientras viva. Un pequeño comité (mis hijos, Irene y Alfredo Philips Olmedo) revisará los gastos mensuales del museo. Un patronato, donde he nombrado al presidente Salinas de Gortari como presidente vitalicio, además del maestro Hank González y su hijo Carlos, Miguelito Alemán, una serie de personajes amigos míos. Ahora, si no se pudiera seguir sosteniendo el museo por alguna causa, pasará a la Fundación Miguel Alemán Velasco, porque Miguel Alemán es el amigo que más he querido y admirado.
¿La casa de Acapulco se convertirá también en museo?
No, se las dejo de herencia a mis hijos. Allí vivió el maestro los dos últimos años de su vida, el diseñó su estudio, y yo se lo construí, afuera hizo una escultura-pintura enorme de Quetzalcóatl, su gemelo el perro Xólotl, y un sapo-rana, como se decía él, en la mano cargando su corazón en ofrenda a la dueña de la casa… Todo el techo del estudio lo decoró con una obra que el llamó “Carta de amor”.
Ustedes venden nubes y yo tierra
Dolores Olmedo hace de la amistad una religión, en cambio a la religión la entiende muy a su manera. En una ocasión, sus vecinos, unos religiosos camboyanos, fueron a solicitarle ayuda para acabar de construir su iglesia, los hizo esperar una hora, justo debajo de los óleos que retratan a las voluptuosas negras de Rivera. Al salir a recibirlos, estaban todos asustados, ella les dijo “Padres son pinturas no se van a bajar”, y en cuanto a ayudarlos a terminar su iglesia añadió “Miren no se va a poder porque tenemos el mismo negocio, ustedes venden nubes y yo tierra, así que no les puedo dar nada… Ellos me decían la demonia y yo los avechuchos”.
¿Quiénes han sido sus amigos?
Fernando Gamboa, a quien quise mucho, Alejandro Gómez Arias, aparte de que fue mi novio, fuimos amigos toda la vida, para mi desgracia estaba yo en Australia, cuando murió; el poeta Javier Villaurrutia era mi gran amigo…he tenido muchos amigos.
Nunca fui amiga de Frida
¿No ha mencionado a ninguna mujer, tuvo amistad con Frida?
Nunca fui amiga de Frida, ni siquiera platiqué con ella; con Lupe Marín me llevé bien, y con Emma Hurtado no me podía ver ni en pintura, porque Diego vivía en mi casa, mientras ella estuvo viviendo en un hotel. (Ambas fueron esposas de Rivera). No soy muy amiguera, prefiero hablar con los hombres que son más inteligentes, aunque hay mujeres también muy brillantes. Sí he tenido amigas pero muy pocas, trabajo mucho, no tengo tiempo,
¿Si usted le diera un consejo a las mujeres qué les diría?
Que hagan lo que les de la gana en la vida, pero que trabajen y aprendan, que lean, que sean cultas. Actualmente la mujer es igual que el hombre en el sentido de la inteligencia, en otro sentido es absurdo. Vestirse como hombre, querer competir, o ser igual al hombre me parece absurdo. Yo no soy feminista, soy al estilo antiguo.
He de morirme dormida
¿Le preocupa la muerte?
No me preocupa mucho (se reacomoda sus pequeñas peinetas de plata). Es un pasaje de la vida. Yo sé que un día me iré y espero irme dormida. Me platicaba un amigo, un catalán que es joyero, que estando su mamá horneando un pastel, se tomó de la estufa y se sentó diciendo “ya me dio un aire”, y quedó muerta, ¿qué bonito…no? Esas personas que sufren tanto por el cáncer es horrible, yo estoy segura que he de morirme dormida, sí te cuento que me pongo mis pestañas y no me las quito por miedo amanecer muerta y que me vean horrorosa. En la noche ni siquiera me lavo la cara, ni me despinto, me acuesto con el pelo suelto y ya.
El trono de la última emperatriz
El hermano de la mamá de Dolores Olmedo, cuando vivían en Tacubaya, la hacía enojar diciéndole “Lola es hija del chino de la lavandería”. Las facciones de Dolores Olmedo tienen un cierto aire oriental, tal vez de allí se derive su gusto por el arte chino. Su casa que ahora habita, construida al costado y del mismo estilo arquitectónico de lo que será su museo, la envidiaría un mandarín, ya que hasta el trono que se utilizó en la película “El último emperador” ahí se encuentra, junto con una profusión de figuras de marfil en la que destaca una impresionante Kuan Yin, la diosa china de la misericordia.
Después de más de tres horas de recorrer el museo, conversar y posar para Arturo Pavón, al fin mi anfitriona se sienta, su hija Irene la acompaña, la mando llamar para que les tomen una fotografía juntas. Su hija nos comenta que a su mamá le molesta que la entrevisten, pero…es el precio de la fama. Me siento un privilegiado de haber podido dialogar con ella, y algo importante desde niño se hablaba en mi casa de Dolores Olmedo, mi madre la admiraba y coleccionaba cuanta revista o periódico que hablara de ella.
Recorriendo su casa
Su estancia está iluminada por grandes ventanales, del techo penden candiles en cristal azul rey checoeslovacos, el mobiliario de la sala es de madera labrada e incrustada de concha nácar, tapizada en terciopelo azul; el comedor es para doce personas, la mesa de una sola pieza de mármol. Complementan la decoración los capotes del Cordobés que han sido enmarcados como abanicos, así como óleos y fotografías de amigos. En el recibidor, un enorme piano de cola y cientos de libros ordenados perfectamente en sus anaqueles.
¿Qué espera Dolores Olmedo?
Como mujer soy vanidosa, lógicamente, me gustan mucho las alhajas, me gusta vivir bien, mi casa la tengo llena de obras de arte, pero LO QUE MAS ME EMOCIONA ES HABER PODIDO LOGRAR LA ILUSION DE TODA MI VIDA, REUNIR MIS OBRAS DE RIVERA, DE FRIDA KAHLO, MIS COLECCIONES DE ARTE PREHISPANICO, DE ARTE POPULAR, EN MI MUSEO DOLORES OLMEDO, PARA DONARLO AL PUEBLO DE MEXICO. No espero ya nada, espero nada más morirme, a los años que tengo un día ya no amanezco. Les he dicho a mis hijos que al morir me echen en mi caja todo mi perfume Shalimar, para que cuando yo llegue al otro mundo mis amigos digan “ya llegó Lola”.
Colofón
Dolores Olmedo, tan pequeña y frágil, pero inmensa como su gran casa de “La Noria”. Un personaje soberbio, cálido, de múltiples rostros. Su museo, fruto de su perseverancia e insistencia, quedará como testimonio de una gran amistad. Quizá como dijo Don Rafael Solana: “Un día también sobre la vida de Lola Olmedo se hará una película”.
Marco Antonio Villasana, Dolores Olmedo y el pintor José Juárez el día de la inauguración del museo.
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