6 febrero, 2023•By Adalberto Villasana Miranda
Yo Campesino
Despilfarro
Ante su costoso fracaso el ganso monta en cólera y reparte dinero para sostenerse
Miguel A. Rocha Valencia
Este año los caprichos del ganso alcanzarán casi dos billones de pesos que servirán para comprar simpatías, mantener obras insolventes, armar a la guardia nacional y rescatar su capricho por las energías sucias y anacrónicas.
Eso traerá como consecuencia mayor abandono de la actual infraestructura pública, caída de la inversión gubernamental, menos recaudación y al final, un incremento no sólo en el déficit presupuestal sino incremento en la deuda pública que superará los 14 billones de pesos, la cual, además, se encarecerá con los aumentos en tasas de interés que, por cierto, no se pagan en pesos sino en billetes verdes.
No hay medicinas, la refinería de Dos Bocas no refina, el tren maya se encarece y retrasa además de que continúa su inviabilidad financiera y, para colmo, el aeropuerto de Santa Lucía no puede autofinanciarse ni lo hará aun forzando a las empresas a trasladar su carga del AICM al AIFA.
Lo peor no es eso, sino que al igual que las obras “emblemáticas” que marcarán el fracaso rotundo del mesías tropical como presidente y administrador, el costo de sus acciones, marcarán a su sexenio como una administración perdida, de no avance y eso desde el punto de vista económico y social, es retroceso.
Además, si su intención era trascender positivamente como mandatario, dejará un legado negativo en todos sentidos: mayor deuda, cero crecimiento del PIB, retroceso en salud con más desamparados, ausencia de medicamentos, una pandemia que dejó cientos de miles de muertos por mala administración, incremento de la pobreza y miseria, caída de las clases medias “aspiracionistas”, pero sobre todo, un país dividido en lo social.
A eso tendrá que sumar que “gracias” a su ciclo de venganzas, dejó clara su tendencia autoritaria, confrontado con empresarios, políticos, organizaciones sociales, agrarias y obreras a las que no supo o no quiso sumar para bien de México, sino destruir por su propia convicción de no dejar piedra sobre piedra del antiguo régimen que con todo y su corrupción evidenciada, construyó instituciones de las que hoy el país se enorgullece y gracias a las cuales, bien o mal se transformó.
Pero lo peor de todo es que cuando se vaya, por las buenas o por las malas, dejará heridas a muchas instituciones democráticas, no sólo al INE sino también a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Judicatura, tribunales y órganos autónomos. Esa deuda será la de más difícil reconstrucción.
Lo otro, lo del dinero, con alguien que llegue de mediana estatura, podrá restituir lo dañado por lo menos a niveles de antes del ganso. Veremos si por fin se deciden a subsidiar al Felipe Ángeles que tan sólo en nueve meses absorbió mil 282 millones de pesos que se siguen sumando a los costos de la terminal aérea que está en terapia intensiva y no es capaz de generar ingresos ni para completar la nómina, incluyendo los salarios de los soldados que lo administran y que también cobran en la Sedena como militares.
Dinero que se suma al pago de los 200 millones de dólares anuales (por tres lustros más) que se deben de la fibra E y se pagan del TUA del AICM por la cancelación del NAIM. Lo ingresos de la terminal de Santa Lucía desde su inauguración, sumaron 139 millones de pesos, sin que se presentara una sola inversión privada en servicios turísticos.
En todo caso habrá de endilgársele todos los “accesorios” que aún le faltan como la ampliación del Tren Ligero donde la inversión se triplicó y se atrasa por falta de financiamiento privado, la culminación de la vía Siervo de la Nación que cada día está más accidentada especialmente en su entronque con el tramo de las colonias San Felipe de Jesús a Casas Alemán.
Los que conectan del Río de Los Remedios a la autopista México-Pachuca y su acceso al AIFA. Todo ello con el encarecimiento de peajes en las sobras realizadas y que cancelan tramos que hasta hace unas semanas eran libres.
Y como en pasajeros no se ve una posibilidad real de aumentar el flujo (en nueve meses movilizó a sólo 912 mil 500 pasajeros con ocho mil 996 operaciones incluyendo aviones pequeños y militares), se pretende reducir el subsidio obligando a las empresas aéreas de carga a salirse del AICM para realizar su tarea en el AIFA, con lo cual sólo de entrada, va a ser un costoso galimatías, ya no sólo por los peajes para llevar o sacar mercancías sino también de logística.
De hecho, las empresas y organizaciones internacionales ya dijeron que esa determinación del machuchón de Palacio Nacional es antieconómica y no se tiene la logística en comunicaciones y redes de distribución necesarios. Incluso los van a meter en un hoyo caro y de difícil acceso por la falta de vía de comunicación hacia todas las zonas del país que no se resolverá en 100 días.
Pero así lo dice el tlatoani y veremos qué resulta. Sin duda una raya más al tigre del fracaso de esta administración que intenta forzar lo que no es viable financieramente como Dos Bocas que pudio resolverse con la reconfiguración de las seis refinerías existentes y subutilizadas, y un tren maya que de plano no interesa a la iniciativa privada, salvo un tramo de menos de nueve kilómetros para conectar a Mérida. Por eso la opción final es incrementar en más de 120 mil millones de pesos el monto de las dádivas “institucionales” para comprar simpatías con un total de 750 mil millones a repartir en pensiones, becas y “apoyos” para que los pobres lo sigan amando. Veremos.
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